Hoy arribamos al segundo destino
importante que tenemos programado para esta etapa del viaje, el primero fue la visita a las Cataratas. Llegamos a
Brasilia, luego de transitar por las rutas del Estado de Goiás, las que
presentan algunos tramos ruinosos, y otros de excelente autopistas. Debido a
que la etapa prevista no era muy extensa hicimos un desvío que nos sumó
alrededor de 100 kms. para visitar Pirenópolis, un pequeño pueblo agrícola que
tiene la particularidad de haber conservado y/o restaurado muchas propiedades
construidas en los finales de 1800. No se trata de edificios imponentes, sino
de casas muy austeras construidas en el estilo portugués de esa época, incluso
la iglesia catedral data de esa fecha y es muy modesta tanto en su construcción,
como en la decoración de su interior.
De Brasilia lo primero que
podemos decir es que, contrariamente a lo que mucha gente piensa no se
encuentra localizada en una región selvática, por el contrario ocupa una porción
de una extensa meseta a 1200 mts. sobre el nivel del mar. Su clima es seco y tiene
una temperatura promedio de 27 grados. La construcción fue decidida en 1956 y
en solo 41 meses, en 1960, ya se habían terminado algunos de los edificios
principales y comenzando el proceso de traslado de las oficinas públicas convirtiéndose
en ese año en capital del Brasil. La ciudad
fue planificada por el urbanista Lucio
Costa y los principales edificios fueron diseñados por el famoso arquitecto
Oscar Niemeyer, recientemente fallecido. Como esta ciudad fue planificada desde
los cimientos se la llamó en sus comienzos “la ciudad utópica” porque, teóricamente
debía dar soluciones urbanísticas a todos sus futuros
habitantes que se estimaron en 500.000
personas, pero las cosas no salieron como se proyectaron, y hoy la ciudad
cuenta con 2.500.000 pobladores, por lo que hoy, es una gran urbe con todos los
problemas que aquejan a las grandes ciudades. La ciudad está formada por lo que
seria el centro administrativo y político en donde se ubican las sedes de los
tres poderes del estado, además de las casas centrales de las grandes empresas
estatales y privadas. Luego existe una especie de cinturón, que comprende a otros centros periféricos que
son ciudades satélites, y funcionan como ciudades dormitorios. Nos
hospedamos en un hotel que se encuentra a 20 kms. del centro cívico, y luego de
acomodarnos, decidimos hacer una breve paseo en auto por la parte central de la
ciudad. Cuando uno piensa en el centro de una ciudad, siempre se le representa como
un lugar reducido y compacto en donde
los edificios se apretujan unos con otros. Nada de esta idea esta presente en
Brasilia, donde por el contrario, las dimensiones de las calles, avenidas,
paseos, y edificios son
inconmensurables, imposible de estimar sus dimensiones. Además existen infinidad
de grandes espacios verdes que sirven de
separación a los edificios, las calles, etc. La ciudad se encuentra cruzada por
grades autopistas y avenidas, que la convierten en no apta para peatones por
que las distancias a recorrer entre un edificio y otro resulta agotadora para
el común de los mortales. Tampoco es apta para los automovilistas debido a la
gran cantidad de vehículos que transitan, y la imposibilidad de conseguir
estacionamiento. Conclusión, esta ciudad solo se puede recorrer en una excursión,
algo que vamos ha hacer mañana dejando de lado nuestra inveterada costumbre de
movernos por nuestros propios medios. Demás está decir que regresar al hotel a
una hora pico, tal como hicimos, fue una odisea que nos llevó cerca de una hora
para recorrer los 20 kms.
Pirenópolis - Iglesia Catedral
Pirenópolis- Iglesia Catedral
Pirenópolis - Cine
Pirenópolis
Pirenópolis - Teatro
Saltos de Corumbá
Brasilia - Iglesia Catedral
Brasilia - Circo du Soleil
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