Nuestro Viaje al Norte

12/03/2013 - 205º DIA – PUNTA ARENAS

La mañana se presentó nublada y fría, no obstante a media mañana, convenientemente equipados nos dirigimos al centro de la ciudad para recorrer algunos sectores que no habíamos visitado el día de ayer. El lugar más importante al que ingresamos fue la mansión de Sara Braun viuda de José Nogueira. Sara Braun fue una inmigrante proveniente de Letonia que llegó a esta ciudad a la edad de 12 años. Años después se casó con José Nogueira un importante terrateniente que falleció a los pocos años. Su viuda, Sara se hizo cargo de las actividades comerciales con mucho éxito expandiendo sus actividades a la Argentina donde también adquirió grandes extensiones de tierra en las que se dedicaron a la cría de ganado ovino y bovino, posteriormente, llevó a cabo un proceso de integración económica construyendo frigoríficos, puertos, y hasta su propia flota naval, que utilizaba para los movimientos de bienes y haciendas e interempresas y para trasladar los productos a Europa, convirtiéndose en una de las más grandes fortunas de ambos lados de la Cordillera. Su residencia, es hoy sede del selecto Club de la Unión, y está abierta al público en donde se pueden recorrer parte de sus dependencias que conservan el mobiliario original. Sara, vivió hasta la edad de 92 años y hoy sus restos descansan, no sabemos si en paz, en un sector exclusivo del Cementerio de la Ciudad, que no está abierto al público, en donde se encuentra el pateon familiar. Luego visitamos el nuevo Mercado Municipal, un edificio recientemente reciclado en el que se muestra una parodia de mercado popular, que sólo es visitado por los turistas que visitan la ciudad, especialmente los que desembarcan de los cruceros que atracan en el puerto, debido a la cercanía que tiene con él. Por la tarde visitamos el cementerio de la ciudad, que se encuentra a pocas cuadras del centro y ha sido erigido en terrenos donados ad-hoc por Sara Braun. El detalle particular de este lugar viene dado por la forma particular que presentan los cipreses que bordean sus caminos interiores y por la fastuosidad de los panteones pertenecientes a la flor y nata de la alta sociedad de Punta Arenas. En efecto, estas construcciones compiten no sólo por su tamaño, sino por su ornamentación exterior producto del trabajo artísticos de constructores y artesanos, muchos de ellos venidos desde Europa.