Desde hace
días que veníamos reuniendo información sobre el estado de la carretera BR 319,
la única que llega a Manaos desde el
sur, y poco a poco, debido a que no hay una fuente fidedigna y precisa
para consultar fuimos uniendo los diversos retazos de datos que obtuvimos de distintas fuentes, especialmente de internet, de agentes de
viajes, etc. y llegamos a la conclusión que todo indica que esa carretera se
encuentra impracticable para vehículos particulares, incluso camiones en un
tramo de ochocientos kilómetros que son de tierra. Este tramo es el más
desolado por que en ese trayecto sólo existen pequeñas poblaciones indígenas, y
no hay ni siquiera lugares para abastecer combustible. Bajo estas circunstancias
ameritamos que debíamos cancelar el viaje por esa ruta, por lo tanto resultaba
inútil trasladar la camioneta por ferry junto con nosotros hasta Manaos, por
que de allí no había forma de emprender el retorno por tierra. Como los grandes males
requieren grandes soluciones, decidimos desplazarnos solos y dejar la camioneta
en Belem, en la casa de los propietarios del hotel donde nos hospedamos. Esta opción implica cancelar la navegación por el Amazona por que se necesitan nueve días de navegación entre ida y vuelta a Manaos, más el tiempo que le dediquemos a conocer algo de la región selvática que circunda a Manos, lo que alargaba el viaje por sobre nuestra disponibilidad de tiempo. Esta realidad nos puso frente a la única alternativa posible:
viajar ida y vuelta a Manaos por avión, y así lo resolvimos. Tomada la decisión, pusimos manos a la obra y
luego de las búsquedas de rigor por internet adquirimos pasajes de
Azul Líneas Aéreas, empresa totalmente desconocida para
nosotros. Pero como dice el refrán “si no hay
coraje no hay guerra”, y henos aquí haciendo los preparativo para
volar mañana rumbo a Manaos. Nos queda
para la vuelta la elección del
itinerario de regreso, que resultó totalmente afectado por este cambio de planes.
Queda para
la crónica las visitas que hicimos en nuestro último día de estadía en Belem,
una ciudad cuya arquitectura se aparta de los cánones de excelencia, originalidad
y buen gusto que distingue a la arquitectura brasilera, por el contrario los
edificios, aún más los modernos, resultan anodinos y faltos
de estilos. El recorrido de hoy se inició visitando un precario puerto fluvial llamado
Porto do Sal, un lugar de arribos y partidas de misérrimas embarcaciones que
navegan por los distintos pueblos ribereños transportando pasajeros y cargas
generales. Los pequeños barcos son antiguos, y en pésimo estado de
conservación, dignos de lástima sobre todo por las penurias que deben sufrir
sus pasajeros. Proseguimos luego con la visita al Santuario de Nuestra Señora
de Nazaret, un complejo religioso en el que se destaca la basílica, imponente
por su tamaño, que exhibe una rica ornamentación interior. Sobre esta Virgen
debemos comentar que es la más venerada en esta zona, y es la principal
protagonista de la mayor festividad religiosa que se lleva a cabo en el Brasil
llamada El Cirio de Nazaret que tiene una
duración continuada de dos semanas Esta
ocurre en el segundo domingo del mes de Octubre de cada año, cuando la imagen
de la virgen, que previamente ha sido desplazada hasta el pueblo de Icoarazí, ubicado a veintitrés kilómetros,
es trasladada en barco, en medio de un masivo desfile de embarcaciones por el río desde ese pueblo, hasta la Catedral
Metropolitana y de allí parte la procesión de la que toman parte hasta un
millón de fieles que la lleva hasta la Basílica donde permanece durante toda la
celebración, al final de cual es devuelta a su hornacina en el mismo templo. La
fiesta popular se inicia con un ferviente sentimiento religioso y termina, como
es habitual, con cantos, bailes, comida y mucha cerveza. De aquí nos
desplazamos hasta la plaza de la República, ubicada a poca distancia de nuestro
hotel. Se trata de un predio muy amplio que ocupa dos manzanas, bien parquizado
y arbolado en el que se encuentra el monumento principal que evoca eventos
importantes en la historia del País, además aquí también se encuentra el recuperado
Teatro de la Paz, un bello edificio construido entre los años 1868 y 1874. El
Museo Comercial de la ciudad y la Biblioteca Pública, ocupan sendos edificios
muy bien restaurados. Esta plaza, al
igual que las calles y avenidas se encuentran arboladas con ejemplares de “mangueiras”,
éstos son árboles de gran porte y altura cuyo fruto es el conocido mango una
fruta muy apreciada en los países tropicales. Esta especie es tan numerosa que
a la ciudad se la conoce como “la ciudad de las mangueiras”,
Finalmente,
un breve comentario sobre el clima que nos acompaña. Como es y habitual en
nuestros viajes el buen tiempo nos acompaña siempre, esta vez no ha sido la excepción,
a punto tal que no hemos tenido días de lluvia en todo el tiempo que llevamos viajando.
En esta ciudad la temperatura no es extrema, oscila entre los veinticuatro y
treinta y un grados, pero de todos modos resulta agobiante por el
alto porcentaje de humedad.
Belem - Porto do Sal - Pescados Disecados
Belem - Porto Do Sal
Belem - Porto do Sal
Belem - Basílica de la Virgen de Nazaret
Belem - Basílica de la Virgen de Nazaret
Belem - Basílica de la Virgen de Nazaret
Belem - Basílica de la Virgen de Nazaret
Belem - Un Bosque en Pleno Centro
Belem - Un Bosque en Pleno Centro
Plaza de la República - Glorieta
Plaza de la República - Monumento Principal
Plaza de la República - Árbol de Mangueira
Plaza de la República - Magníficos Edificios Públicos
Plaza de la República - Monumento al Arq. Giusepe Landi - Constructor del Teatro de la Paz
Plaza de la República - Teatro de la Paz
Plaza de la República - Biblioteca Pública
Plaza de la República - Museo Comercial
Les hicieron algun homenaje por Don Giuseppe??
ResponderEliminar