Nuestro Viaje al Norte

05/09/2013 - 246º DIA– MANAOS – LAGO JUMA – 120 KMS. (TIERRA – BARCAS)

La actividad comenzó muy temprano cuando nos dirigimos a la agencia de viajes para iniciar nuestro traslado hasta el hotel en la selva, desde aquí salimos acompañados de Paulo, el joven que será nuestro guía por todo el tiempo que dure el paseo, y una joven pareja de alemanes con los que compartiremos estos días, lo bueno es que Paulo habla con toda fluidez portugués, español, alemán, e inglés, lo que representa para nosotros la comodidad de recibir toda la información en nuestra lengua. La primera parte del trayecto de unos veinte minutos de duración lo hicimos, en taxi hasta el embarcadero donde abordamos una lancha rápida cuyo destino final era el pequeño poblado de Carreiro de Várzea. En este viaje disfrutamos de uno de los espectáculos más emblemáticos de Manaos: “el encuentro de las aguas” el lugar en que el Río Negro rinde su tributo al majestuoso Amazonas, con la particularidad de que, como el primero es de aguas de aguas oscuras y ácidas, y el segundo de aguas de color barroso y neutras, la fusión de las aguas no se produce sino después de viajar unos diez kilómetros separados por una línea que divide las aguas, hasta que, por su mayor velocidad y caudal el Amazonas termina absorbiendo totalmente al Río Negro, y desde allí continua como un solo cauce hasta su desembocadura en el Océano Atlántico, mil quinientos kilómetros al este. Es importante tener presente que el Río Amazonas es el río más grande del mundo tanto por su caudal que contiene el veinte por ciento del agua dulce del planeta. Su extensión que alcanza los seis mil setecientos ochenta y seis kilómetros. La información que recibimos hoy sobre este río nos permitió confirmar lo que comentamos ayer sobre la riqueza ictícola de este río, en efecto supimos que se ha comprobado la existencia de más de dos mil quinientas especies de peces, mientras que en el Río Negro sólo se han inventariado sesenta y dos especies. En Carreiro de Várzea caminamos unas pocas cuadras bajo un sol abrasador hasta llegar a una modesta iglesia que tenía en su frente un jardín acuático donde crece la “Regina Victoria”, la planta acuática más grande conocida. Ésta es de color verde y tiene forma redonda, su superficie llega hasta los dos metros de diámetros, da una flor que en setenta y dos horas muda tres veces de color y crece en los cursos de agua estancada o de muy poca correntada. En este lugar abordamos una vieja combi VW con la que viajamos sesenta kilómetros hasta una bajada al río donde nos esperaba una lancha con capacidad para ocho personas con ella navegamos por lugares de ensueño por entre ríos, riachos, bosques inundados, etc. cruzamos un lago y después de una hora de viaje y cruzar el Lago Juma llegamos al hotel de la selva. En el transcurso de este tramo tuvimos la inenarrable experiencia de tomar contacto con la selva que se mostró ante nuestros ojos con toda su magnificencia y grandeza. El hotel se denomina Tapirí Lodge, está ubicado a orillas del río Paraná do Mamoré, un curso de agua que nace en el Amazonas y desemboca en el Río Madeira, nos sorprendió primero, por la sencillez de sus instalaciones, todas construidas en madera, está dotado de un equipamiento básico, tanto en las habitaciones como en los lugares comunes, y segundo por que está construido sobre cuatro módulos flotantes, unidos entre sí por caminos de madera y amarrados a la costa del río, o sea que es un hotel flotante cien por ciento. Por eso dispone de una de las piscinas más grande que hemos conocido pero no hemos podido calcular sus dimensiones por que se trata del mismo río por el que llegamos, perfecta para tomar baños de río y de sol. A poco de llegar estuvo preparado el almuerzo que consistió en un sencillo menú conformado por ensalada de vegetales, arroz, feijó (porotos negros), y pescado preparado con una salsa muy suave. Luego de descansar un rato y disfrutar de un reconfortante baño en el río, salimos siempre acompañados de Paulo, en un bote a motor para la siguiente actividad del día: la pesca de pirañas. Para ello nos trasladamos hasta un lugar de aguas tranquilas donde probamos suerte, como no había pique cambiamos de ubicación y nos instalamos en las inmediaciones de una especie de ramos generales flotantes, allí obtuvimos algunas piezas de pequeño tamaño pero suficiente para pasar un buen momento admirando el espectacular paisaje circundante. En el camino de regreso dedicamos tiempo para avistar alguna fauna del lugar, así fue que pudimos ver varios delfines de río llamados botos que no alcanzamos a fotografiar, halcones, un tucán y otros pájaros que no supimos identificar. Llegamos casi al anochecer al hotel. A las diecinueve horas la cena estuvo lista, también nos ofrecieron un menú básico pero apetitoso. Luego, nos embarcamos nuevamente en el mismo bote al que ahora llamábamos nuestra “limusina de agua” para cumplir con la actividad nocturna programada consistente en buscar caimanes a lo largo de las costas con el propósito de que Paulo cazara un ejemplar utilizando sólo las manos. Esto no resultó sencillo debido a que cuando mediante el uso de una poderosa linterna llegábamos a ubicar algún ejemplar, el guía, ubicado en la popa, debía detener el motor, trasladarse a la proa, y acercar el bote con los remos, todo este trámite permitía que animal se sumergiera y ya no lo veíamos más. Así estuvimos casi una hora y media, hasta que Paulo decidió volver al hotel y embarcar a una hija del dueño, para que condujera el bote. Así fue que en la primera localización Paulo consiguió agarrar un ejemplar de unos setenta centímetros de largo mediante un rápido y certero manotazo. Fin de la cacería, volvimos al hotel para las fotos de rigor y escuchar una detallada y completa explicación que nos dio el guía sobre la vida y hábitos de estos animales. El día concluyó cuando regresamos el caimán al agua sano y salvo.