Tuvimos una
larga y agotadora jornada de viaje que
nos mantuvo durante trece horas y media frente al volante, este lapso
incluye una detención en ruta de casi una hora, producto de un accidente
protagonizado por dos camiones. Salvo este incidente, la jornada transcurrió
sin mayores alternativas. Lo más destacado fue que vimos a la distancia una
granja dedicada a la cría de avestruces. Este animal no se confunde con el
ñandú dado que si bien son de la misma especie, es de una envergadura mucho
mayor. El objeto de esta actividad económica es la obtención de carne que es
muy recomendada por sus propiedades nutritivas y su bajo tener graso, además de
sus plumas, debido a que éstas tienen gran demanda por parte las escolas do samba que las usan para
confeccionar sus ricas vestimentas para los desfiles de carnaval. El remanente
se exporta con mucho éxito. Llegamos cuando ya era noche cerrada, y la primera
impresión que tuvimos de este pequeño pueblo fue excelente, tanto por limpieza
y la animación que reinaba en sus calles, como por el estilo arquitectónico de
sus construcciones, casi todas nuevas o recientemente remodeladas. Éstas no
siguen el modelo típico de la edificación brasilera de techo a dos aguas, construidas
en madera. Por el contrario, los inmuebles respetan las líneas rectas y los
techos planos y están hechas de
materiales tradicionales. No hubo tiempo ni ganas, más que para dar un
breve paseo por el sector comercial y apreciar el buen número de turistas que
visitaban la ciudad.
Bonito - Iglesia Principal
Bonito - Simpático Dorado Retoza en la Fuente de la Plaza
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