Nuestro Viaje al Norte

16/02/2013 - 181º DIA – CASTRO (ISLA GRANDE DE CHILOE)

El día amaneció nuevamente frío y lluvioso, a la mañana la temperatura no superaba los10º, y por momentos la lluvia era intensa, de manera tal, que las primeras horas las ocupamos en tareas administrativas, entre ellas la de poner al día este blog, luego iniciamos el programa que teníamos previsto el que incluía un corto viaje hasta Dalcahue, una pequeña población distante no más de 20 kms., lugar desde el cual se cruza mediante los servicios de un ferry, a la isla Quinchao en la que se encuentran los pueblos de Curaco de Vélez y Achao, distantes uno de otro aproximadamente 25 kilómetros. La distancia que separa a la isla es muy corta y el viaje en el ferry no supera los 15 minutos. Después de un breve trayecto por una excelente carretera arribamos a Curaco de Vélez, un pueblo muy pequeño cuyo principal atractivo es el de conservar algunas construcciones típicas chilotas, por supuesto que también cuenta con una iglesia construida en madera a la que no pudimos acceder por que se encontraba cerrada. Donde sí pudimos ingresar es a una mínima feria artesanal, la que como todas también incluyen el rincón gastronómico, aquí probamos un bocadillo típico de la cocina chilota: el milcao, Se trata de una torta frita preparada con papas en forma de puré, y otras ralladas y estrujadas rellena con longaniza, la que no resultó de nuestro agrado. Seguimos camino, y unos 15 kilómetros adelante encontramos el pueblo de Achao ubicado sobre la costa que cuenta con la iglesia de madera más antigua de Chiloé, la que fue construida a finales del siglo XVII y se encuentra perfectamente restaurada. Pasado el mediodía regresamos para visitar Dalcahue. Este pueblo es el más grande de los que conocimos, y también cuenta con una iglesia de madera que integra el grupo de las declaradas Patrimonio de la Humanidad. Todas las iglesias que hemos visitado en esta zona tienen en común el de poseer un sencillo y austero mobiliario y que sus ornamentaciones, carecen de obras de arte valiosas, y que todas las figuras a las cuales se rinde culto están construidas en madera de la zona, sin ningún tipo de incrustaciones en oro, plata, ó piedras preciosas. Estas particularidades llevan a pensar que cada pueblo tiene no la iglesia que se merece sino la que puede financiar. Cuando regresamos a Castro intentamos llegar al Parque Municipal donde se lleva a cabo la Feria de la Biodiversidad, tal como lo comentamos en una crónica anterior, ya que sabíamos que el fin de semana la muestra se ampliaba para dar cabida a mas expositores. Lamentablemente, tuvimos que desistir del intento debido a la extraordinaria cantidad de gente que se dirigía en todo tipo de vehículos a ese lugar los que originaban una fila de más de un kilómetro de largo. Por la tarde nos despedimos de la ciudad con un paseo por el centro, el que tuvimos que abreviar por que la temperatura estaba en los 10º grados y llovía de manera intermitente. Sobre el tema de la lluvia, el celebre naturalista Charles Darwin en oportunidad de visitar el archipiélago, dejó asentado en sus crónicas que “este lugar, es seguramente, en el que más llueve en el mundo”, y sobre los naturales del lugar dijo que eran la gente más fea que había conocido.